Otro de los retos propuestos para 2015 superado. Nuestra visita al Jaizkibel se preparaba como una preciosa travesía por la cresta, ya que nos habían dicho que las vistas a los cuatro vientos eran de lujo.
La subida, cerca del segundo torreón, es bastante sencilla y llevadera, hecha para disfrutar totalmente del incomparable encuadre de este monte cuasi fronterizo con nuestra vecina Francia.
Esta zona da mucho juego, ya que se puede hacer la travesía por la cresta, a nivel de mar, intercambiar ambas, etc, etc. Vamos, lo que apetezca.
Un verdadero tesoro donde la historia, el paisaje y la naturaleza forman un triángulo perfecto.
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