Una de las montañas más emblemáticas de la Costa Sur de Tenerife, se alza orgullosa y altiva frente a las moles hoteleras que se apelotonan a sus piés.
El Roque del Conde es una de esas montañas que llaman, que esperan, que desean ser ascendidas para enseñar sus secretos. Para que puedas ver el Teide desde su grupa. Para que puedas ver otras islas. El Roque del Conde te enseña. Es agradecido.
La ruta comienza en el barrio de Vento, al cual se accede por la carretera que asciende al Parque acional del Teide camino Vilaflor. El sendero, señalizado, cruza el barranco de Las Casas hasta el barranco de Las Arenas.
El trayecto continúa entre tuneras y tabaibas y llega al barranco del Rey, muy abrupto y de gran profundidad, aunque menos fiero de lo que parece. A su entrada el sendero desciende en zig-zag por un estrecho camino que conserva su empedrado original.
Una vez atravesado el barranco del Rey el sendero se ensancha ascendiendo hacia la cima entre muros de piedra y bancales invadidos por majestuosos ejemplares de tabaibas y cardones.
Más arriba se pierde el empedrado pero no el sendero, que continúa por una estrecha vereda ascendente, muy pronunciada. Arriba llegamos a la meseta sonde se encuentra la cima.
La amplia cuenca visual permite contemplar desde Montaña Roja hasta los acantilados de Los Gigantes. En días claros es posible, incluso, divisar las Islas de La Gomera y Gran Canaria.
Preciosa subida y muy agradecida en días claros.