El Sábado finalizamos nuestro «stage» de verano con la ascensión a una de las montañas más emblemáticas del Pirineo Aragonés, Collarada, de 2.886 metros.
Una ascensión que te recuerda que, a pesar de lo que pueda parecer, las dificultades no siempre se encuentran en pasos aéreos, trepadas o tramos con mucho patio.
En este caso la mayor dificultad no transcurrió por sus chimeneas, cómodas y muy entretenidas, ni en sus laderas, empinadas y pedregosas, sino en el canchal que rodea su cumbre y que hace muy difícil su progresión.
Esa parte final es una de esas subidas denominadas «psicológicas», donde uno se pregunta cómo ha llegado hasta allí, cómo hará para progresar y cómo, a pesar de subir con más pena que gloria, la cumbre no termina de llegar.
Habrá reportaje, porque Collarada se lo merece. Subimos por su parte más complicada sin saberlo, y nos llevamos la inmensa felicidad de llegar a la cima que, hasta el momento, más nos ha costado.
Ima, para ya, que me agotas…. todavía no me he recuperado de las de invierno, y no creo que lo haga, a este ritmo……
Zorionak!